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martes, 7 de enero de 2014

Texto Literario: Cuento "Violencia Natural"


 Jose despertó como de costumbre a las 5 de la mañana cuando escuchó el sonido de su mamá cocinando mientras se arregla para ir al trabajo. Desde que a papá lo enviaron al cielo, las cosas en la casa han sido más complicadas, especialmente para ella. 

Mientras desayuna, Jose lamenta tener que ir al colegio al recordar la situación que le aquejó continuamente durante el año anterior: era molestado por algunos "chamos" más grandes que él, quienes le amenazaban con "aplicársela" si llegaba a "sapearlos" con los profesores.

Tal como ocurre le ocurre con muchas otras cosas y por más que intenta buscar una razón, entender por qué le molestan está más allá de sus capacidades. Su amigo Indolencio dice que el chalequeo es algo normal que le pasa a todos, que sirve para que uno se "ahombre", que nadie te puede ayudar a solucionarlo porque si no después la agarran con esa persona también y que, uno mismo puede solventarlo "no parándoles".  Las palabras de Indolencio no le dan mucho consuelo, por lo que decide no darle más vueltas al asunto y pensar en otra cosa.

Ya vestido y desayunado, José sale con su mamá  rumbo a la escuela. En el camino, ella le recuerda las recomendaciones de costumbre: no mirar mucho a la gente en la calle, no ponerse a discutir y no meterse en asuntos ajenos, "no vaya a ser que a uno le toque una persona que ande armada o algo". Así le ocurrió a papá - que como dice la abuela - por encontrarse en el lugar equivocado y meterse a ayudar, le pasó lo que le pasó. Es mejor no socorrer a los demás para evitarse problemas. De alguna forma, parece que ellas indican que la culpa fue de su difunto padre y no de quien le arrebató la vida.

Algo similar ocurrió hace tiempo con un vecino llamado Ramiro, quien por resistirse a entregar su celular lo malograron. Todos saben que eso no se hace. Más suerte tuvo su primo, a quien solo le quitaron las cosas sin hacerle nada. Por otra parte, Jose aún no le encuentra explicación a lo de la hermanita de Belén,  quien estaba viendo tele en casa y bueno... Indolencio dice que fue culpa del padre por dejarla en el rancho sola en vez de estar con ella. La mejor forma que Jose encuentra para describir todo lo anterior es comparándolo a como cuando juega con agua y hormigas en las escaleras: a cualquiera le puede tocar y ellas solo deben procurar seguir adelante. Las hormiguitas no pueden darse cuenta del origen real de sus penurias. Nosotros no somos insectos.

En la puerta de la escuela, su madre le da un beso no sin antes repetirle de nuevo las recomendaciones de costumbre, además de recordarle que esté preparado a la salida para que no se demoren mucho y puedan volver a casa temprano: es sabido por todos que después de cierta hora, la cosa se vuelve peligrosa en el sector que viven. Mientras se dirige hacia su salón de clase, medita sobre si todo lo que vive en verdad es tan inevitable como la lluvia, el tener sueño o la salida del sol. Súbitamente, se topa con sus atormentadores del año pasado, quienes le están dando “lepes” a Carlitos, un niño flacucho y pequeño. Éste al verle pasar le implora ayuda con los ojos, ante lo cual Jose solo se limita a ignorarlo y seguir su camino. Hay una nueva víctima. El nuevo año escolar luce más prometedor que el anterior.

Carlitos despertó como de costumbre a las 5 de la mañana cuando escuchó el sonido de su abuela preparando el desayuno antes de llevarle al colegio. Mientras come,  lamenta tener que ir a la escuela al recordar el episodio del día anterior: se convirtió en el objetivo de chalequeo de unos niños más grandes que él. Sabe que debe ignorarlos y buscar pasar desapercibido, ya que con suerte, alguien más llamará la atención de ellos y así le dejarán tranquilo.

No obstante, Carlitos también maquina terroríficas formas de convertirse en quien haga temblar a los otros. La víctima siempre puede convertirse en victimario.

Autor: Miguel A. Reveco M.




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