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domingo, 19 de mayo de 2013

Limpiando mi habitación

Mi habitación, antes.


El día de hoy finalmente he decidido hacer algo que no suelo hacer: darle una limpieza a profundidad a mi cueva, sacando todos los objetos inútiles que allí se encontraban. Después de todo el día de trabajo, analizar un poco las tendencias de consumo que tengo [incluso encontré un envoltorio de Havanet que está allí desde diciembre], me di cuenta de dos cosas:

1.- Soy excesivamente poco ordenado. Es el colmo que hubiesen objetos de hace dos años como facturas aún ocupando un espacio innecesario.
2.- En paralelo, soy bastante desprendido. Sin ninguna misericordia me desprendí de cosas que algunas otras personas habrían llamado "utilizables".

El punto es que, aunque considero parcialmente cierto que los objetos nos poseen, es interesante ver lo difícil que es desprenderse en ocasiones de cosas, o lo terriblemente acumulativo que puede llegar a ser la materialidad si uno no la mantiene a raya.

Entre los objetos interesantes que encontré [y deseché] están:

Las guías y lecturas de toda la carrera [en realidad las archivé y guardé en un lugar para que no se terminen de dañar], fotografías viejas [definitivamente delgado y joven era muchísimo más atractivo], dinero que no se como había olvidado, libros y películas que están pendientes... 

Entre lo perdido: mi cámara digital, un sueter deportivo, un celular viejo que busco hace tiempo para reactivarlo y unos audífonos completamente nuevos.

Será que los basureros que encuentran los arqueólogos en realidad no pertenecían a una comunidad, sino a algún descuidado joven veinteañero como yo que frecuentemente "olvidaba" limpiar? Una interesante cuestión sin duda alguna.
Antroporate